viernes, 23 de abril de 2010 | |

Sarkozy y Plaza, el sol con un dedo

En el mes de junio del 2009, Nicolás Sarkozy logró que el Parlamento francés aprobara una ley para prohibir el uso de Hiyab y Burkas en los colegios públicos de ese país, por considerarlos vejatorios de la dignidad femenina. Pocos años antes, sus antecesores habían logrado la aprobación de leyes similares que prohibían el uso y tenencia de cualquier artefacto religioso en los colegios públicos. Bajo el imperio de esas normas, quedó prohibido además, cualquier manifestación de credo religioso en las salas de clases.

En un sentido no figurado, ni las Cruces, ni los Magen David, ni las Burkas entran hoy a la sala de clases en Francia. La argumentación del Estado francès que respalda tales decisiones, es que las manifestaciones religiosas son ampliamente permitidas en el mundo privado a través de las normas de la libertad de culto, pero para los efectos de los espacios públicos, los gobiernos de Francia reclaman el cumplimiento de su contrato social: Francia es un Estado laico.

En Chile, Carolina Plaza alcaldesa de Huechuraba, organiza un plebiscito en el Liceo Diego Portales de su comuna para la instalación de un portal detector de metales. El razonamiento es que el número de niños que carga un arma en los colegios aumenta alarmantemente, al mismo ritmo que lo hacen los hechos de violencia. Al menos así lo indican las voces de sus maestros y directores, quienes además señalan que en una encuesta realizada recientemente a más de trescientos niños de un total de más de tres mil matriculados en la comuna, 21 habrían reconocido haber llevado alguna vez un arma al colegio.

La alcaldesa Plaza señala por los medios, que en su comuna han agotado ya otros caminos como la mediación y programas de ayuda.

Sarkozy y Plaza tienen el valor de enfrentar un problema grave que nos toca a todos y todas: la multiculturalidad y la diversidad en los límites del sistema. Hablo de valores, actitudes, creencias y hasta de paradigmas que no sólo son distintos a los míos, sino la mayor parte del tiempo hasta contrarios. Lo hacen en el terreno mismo que demarca el límite y no desde el living de mi casa.

Sin embargo ambos lo hacen recurriendo a la más vieja de nuestras costumbres: negar la existencia de un problema mayor intentando tapar el sol con el dedo. La verdad es que ni la dignidad de las mujeres está en juego ni los portales detectores de metal detienen la violencia en las escuelas; ni la fe pública, laica y progresista de la república francesa se juega en los signos religiosos en las escuelas, ni la cultura de violencia se vacía de los colegios con detectores de metal.

Lo que intentan represiva y malamente resolver Plaza y Sarkozy, es la punta de lanza de un problema mayor. El problema de cómo hacemos incluyente una sociedad que se muere de miedo frente a quienes habitan en sus limites, vivan ellos y ellas en los barrios marginales de Paris atestados de jòvenes magrebìs, o en nuestra propia y criolla marginalidad.

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