Las noticias de los resultados internacionales de PISA siguen dando vueltas en el mundo y en los medios. Los hay quienes recogen las noticias con sentido entomológico y repiten hasta el hartazgo el ranking arrojado desde la Prueba Internacional de Evaluación de logros Escolares, incluyendo cierto morbo mediático al modo porteño de TVN, los hay quienes intentan serios análisis de lo que está ocurriendo, los hay quienes guardan silencio escondidos en el humo y hasta quienes aún ven esto como un indicador muy temprano como para hacer declaraciones.
Desde luego y a esta altura de la evolución, excepto cromagnones muy vetustos, ya no hay especímenes de ningun tipo que busquen denostar una prueba que lleva casi quince años aplicándose en las más diversas latitudes del mundo y tras largos y muy reconocibles esfuerzos por estandarizar una medición que debe cruzar fronteras, idiomas, giros linguisticos y culturales, diferencias de género y un largo etcétera. Para quienes no conocen su anatomía, PISA realiza una enorme tarea de homologación entre los países que aceptan aplicar la prueba a sus estudiantes en los años y grados que el departamento de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) lo establece por calendario.
La prueba es parte de un escenario mundial de precoupación por el desfase absoluto entre la forma del nuevo modelo productivo y los aprendizajes formales de la escuela. No hay ninguna sociedad en el mundo civilizado que no esté preguntándose hoy como se formarán a sus generaciones futuras para un mañana que no conocemos y que sin embargo sabemos que vendrá junto con el mayor reto de supervivencia de nuestra especie. No hay un país inteligente en el mundo que no esté preocupado por saber con un mínimo de certeza posible cómo han de participar sus generaciones futuras en el reparto de las utilidades que el modelo mundial y globalizado han de dejarles en medio de los escombros, la basura, la falta de agua, las enfermedades globales, la piratería cibernética, la disolución de los estados nacionales y el largo etcétera que hace tan impredescible el futuro. No hay un solo tomador de decisiones inteligente en el mundo, que no esté en estado de alerta acerca de la forma en que una sociedad del conocimiento que tiene más científicos vivos haciendo ciencia que todos los científicos que se puedan contar en la historia de la humanidad, dejará a sus vástagos en relación a la vorágine de producción del nuev o capitalismo.
Por eso PISA importa para ellos, por eso es que hay una gran preocupación acerca de las nuevas distancias en el mundo, por eso es que hay gente inteligente haciéndose preguntas inteligentes. Entre las que se pueden rastrear hoy:
- ¿Por qué se desplaza el modelo finlandés hacia abajo en la tabla de resultados PISA?
- ¿En qué están pensando los finlandeses?
- ¿El avance asiático obedece a cambios estructurales en sus diseños educativos o a mayor entrenamiento para la prueba?
- ¿Obedece el cambio asiático que los posiciona en el ranking a una economía más competitiva?
- ¿Cómo reacciona occidente? ¿Es una amenaza?
- La posición de quienes fueran en la década de los setenta vanguardia educativa en el mundo (USA, Inglaterra, Francia) ¿es irremontable? ¿van por el camino adecuado?
- ¿Está Latino América condenada a la explotación de materias primas, la pobreza, la desigualdad y la marginalidad del mundo que viene, dada su posición en el ranking?
Por supuesto no hay respuestas tan simples a preguntas de tal envergadura. Apenas si pudiera avanzarse en algunas hipótesis aventuradas sobre la base de los datos que tenemos, pero más allá de aquello, puede observarse que el mundo de los grandes tomadores de decisión se abren en tres vertientes irreconciliables hacia el futuro: Por un lado quienes insisten en que no hay ni habrá reformas exitosas sino sobre la base de estándares medibles (lo que usted vana y estúpidamente ha asociado con la derecha norteamericana por muchos años); los que consideran que los estándares medibles sólo agotan la craetividad de las reformas necesarias para el mundo que viene (lo que usted asocia en forma simplista con un discurso de izquierda y progresismo); y por último una corriente que acepta que los estándares son un mal necesario para saber a dónde vamos y cuánto nos falta por llegar, pero que no se pueden hacer reformas basados en ellos únicamente.
PISA demuestra hasta ahora que el dulce sabor del bienestar y la maravillosa sensación de seguridad de la que algunos disfrutan, dista de llegar a nuestras costas, incluso para el sistema privado chileno. No te pierdas el video del Dr.Sahlberg. Si no hablas ni entiendes inglés preocupate porque el 75% de las páginas más relacionadas con los nuevos conocimientos en el mundo está en inglés, mientras que sólo el 5% está en español.
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