Un empuje interno que no puede quedar sin ser satisfecho, o bien cuya sublimación conduce a un estado de neurosis. Eso es una pulsión. La pulsión sexual por ejemplo, se manifiesta desde muy temprana edad, marcando la identidad de los individuos. Inevitablemente cuando la pulsión se obedece, se restablece así un estado de equilibrio y de paz consigo mismo. Al contrario, cuando la pulsión no es obedecida, no es posible retornar al estado anterior a su aparición, hecho este último que conduce la neurosis.
Tánatos es una pulsión, y como tal se le reprime socialmente en pro de la paz y del bien común. Pero es evidente, como lo argumenta Fromm que, cualquier sublimación provoca un sentimiento de frustración que sólo puede conducir a la neurosis. Las sociedades más sanas logran sublimar el deseo de tánatos, tan natural al sujeto como el de eros, difuminando la neurosis, conteniéndola en el esfuerzo colectivo. Otras, arman a sus ciudadanos en pro de la paz consignando su derecho a vivir armados incluso en sus constituciones.
La nuestra en cambio, quizás porque el deseo, igual que el miedo y el temor, están privatizados en todas sus dimensiones, resulta ser una sociedad donde la pulsión de tánatos fluye más libremente cuando encuentra sus caminos de expresión. Sin límites ni barreras aparentes entre los objetos, los deseos y la comprensión que de ello hacemos, hemos terminado por construir una sociedad del mal. Todo lo que deseo está poluto de diversas connotaciones que enajenan por completo al deseo mismo. "En realidad quiero un auto deportivo porque deseo sexualmente a las curvilineas modelos que aparecen en la prensa"; "en realidad creo que ser capo de narco es llegar a la cúspide sexual"; "Mi deseo de reconocimiento y poder me hace aceptar los aportes de cualquiera en mi campaña"
Nada tiene límites porque no hay ya nada que pueda expresarse ni administrarse de manera pública. El miedo, el odio y el deseo privatizados, provocan la reacción tanática más abierta, cruzando clases sociales, sexos, géneros y edades. No hay límites que puedan caracterizar la pulsión tanática. Recuerdo por ejemplo la toma del casino de la Universidad Católica en la década de los '80. Sin concertación, sin dirección política, sin diferencias de edad, sin consideraciones que pudieran explicar racionalmente a los sujetos involucrados, simultáneamente tres casinos de la Universidad fueron destruidos porque el concesionario había limitado el almuerzo de los becarios, entregando un almuerzo mejor a quienes pagaban que a quienes entregaban su cupón de becario. La rabia y el deseo de destrucción se podía respirar. Ese mediodía, tánatos se apoderó de quienes se encontraban allí y las bandejas del casino terminaron en medio de las calles.
Tánatos es imparable cuando las sociedades no construyen canales de comunicación que abran colectivamente puertas al deseo, al miedo y al odio. Eso es lo que ocurrió hoy en el Liceo Internado Nacional Barros Arana. Mientras el edificio, sus dependencias, su biblioteca, sus oficinas y sus archivos eran saqueados y sus muros contenían consignas sexuales, la toma del Liceo Carmela Carvajal seguía un curso diferente. ¿Por qué?, porque su Directora politizó hasta la saturación la atmósfera de participación estudiantil. Porque construyó un "eter" que contiene el miedo tras la tarea colectiva, un "eter" que deja expresar el odio tras la creación artística y que permite a toda la comunidad, expresar el deseo públicamente.
Habrá quienes quieran pensar que hay aquí una condición lumpenesca y asociar estos actos con hechos políticos y habrá quienes quieran criminalizar estos y otros actos de impúdica manifestación tanática. Les tengo malas noticias, no van a contenerlo. Los primeros porque entre quienes destruyeron las dependencias del Barros Borgoño, hay también jóvenes pudientes. Para los segundos, porque no se contiene el deseo tanático tras las rejas, sólo se le enciende.
No vamos a detener las tomas de liceos porque no tenemos propuestas para estos jóvenes. Los adultos les mentimos; les dijimos que podrían entrar a las universidad sin pagar, sabiendo que eso era técnicamente imposible. Les dijimos que construiríamos otro modelo universitario sabiendo que eso era políticamente improbable. Pero podemos al menos, hacer que el odio, el miedo y el deseo, ingresen abiertamente al plano de lo público.
La década del '60 no fue diferente a esta. Jóvenes rebeldes y revolucionarios incluso algunos, inundados del eros del despertar sexual de la década de la píldora, abrieron las puertas de sus universidades para discutir sobre su función social y exigir una reforma. Tánatos fue contenido, al menos hasta el año '73 porque esta era una sociedad abiertamente politizada, en la que cada objeto tenía una dimensión clara y categórica, porque era una sociedad que permitía que los temores se expresaran públicamente y se intentaran respuestas colectivas a él; porque incluso el odio tenía canales de expresión y disolución en lo colectivo. Tal vez resultaría provechoso volver a intentarlo. Ya hay indicios germinales de aquello, pero la desaparición de a política aún no deja verlos.
Tánatos puede resultar peligroso cuando queda en el aire. Los curas intentan apagarlo recordándonos el pecado, la fuerza policial expresa lo suyo en la calle, la política y los espacios públicos se cierran aun más. Y en casa, la represión no tiene límites.
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