lunes, 30 de agosto de 2010 | |

La Oligopolización del Mercado Escolar Chileno y el Embudo de Lavín (2)

La definición de Lavín de premiar con una beca a aquellos que obtengan más de 600 puntos  PSU y postulen en primera instancia  a estudiar pedagogía no es un acto ingenuo. No le faltan intenciones, pero de modo constituye constituye una política pública ni es parte de una política pública, básicamente porque hasta ahora no la hay.

Pero resulta interesante por sus consecuencias y por el pragmatismo liberal que demuestran

¿Pragmatismo Liberal? ¿Lavín? Despejado el tema valórico cuya dimensión está fuera del campo de discusión por su condición religiosa, la medida entra en un campo de análisis distinto.Se trata de un campo de juego que Lavín domina y domina bien: la administración de recursos. En los ojos del Ministro, la medida no alcanza para que lo acusen de intervencionismo estatal ni traiciona los principios de un liberal economicista como él. La medida se encamina  por la vìa del subsidio porque no es más que otro baucher suscrito a la demanda que alcance un núero de cualidades o requisitos, pero que no altera en nada el orden público. Es profundamente pragmático, porque abandona sólo tangencialmente  la doctrina del libre mercado según la cual toda intervención pública altera los flujos privados y distorciona por tanto la distribución natural de los recursos.

Pero su pragmatismo tiene un límite pues la medida no alcanza  ni por lejos a constituirse en una política pública, porque no altera  en nada la distribución de la propiedad de los medios, ni cambia estándares de calidad, ni persigue objetivos estratégicos detrás de los cuales se encuentre la intervención del Estado a través del gobierno. El subsidio a la demanda universitaria 600, no es más que una medida administrativa, pero con alcances interesantes para quienes creemos en la educación pública. Al menos si se sustenta la decisión inicial de aplicarla sólo a las universidades del Consejo de Rectores.

Si el subsidio se mantiene conforma a lo señalado, podrían ocurrir tres cosas:

Primero, el mercado universitario de carreras de Educación se segregará aún más hasta hacer inviable la existencia de algunas universidades privadas. No es el fin del sistema privatizador de la Concertación porque para ello haría falta una política pública con profundo énfasis progresista, y Lavín no llegó para ello. La concentración de la mejor demanda en las Universidades del Consejo de Rectores contraerá en algunos puntos la demanda de las Ues privadas, que podrían caer en una espiral de endeudamiento para captar mejores alumnos emulando la medida de Lavín. Como ya sabemos, esos espirales tienen un límite y una consecuencia a menudo nefasta: la quiebra.
Si la medida se extiende a todo el universo universitario, la competencia por la caza de los "tenedores" del vaucher será despiadada y el espiral  de endeudamiento será aún mayor

Segundo, el subsidio provocará una homogenización cultural en el ejército de maestros egresados post subsidio. Un 75% de quienes ingresan a la Universidad como primera generación, postulan a carreras docentes. Sus puntajes promedio no alcanzan la meta de Lavín. El origen socioeconómico y cultural  de esos jóbvenes no es el mismo que el de aquellos que sí obtienen 600 puntos ponderados. Para quienes miran los resultados académicos finlandeses o sud coreanos con cierta envidia, esta homogenización no debiera representar sino un daño colateral, pues en ambos países el ingreso a la carrera docente  está aún más limitado pòr el Estado. Claro, como usted ya está pensando, en esos países hay políticas públicas claras y el Estado juega un rol fundamental en el área de la educación. Aquí en cambio, con suerte tenemos medidas administrativas con complejo de políticas públicas. Estoy de acuerdo con ello, pero la medida se acerca a una cierta lógica aunque marginalmente.

Tercero, si efectivamente la oferta universitaria de carreras de educación se contrae algunos puntos, ello podría actuar como un embudo que colaboraría a calzar o ajustar las tasas de naturales de crecimiento de una población cada vez más vieja, y una tasa de incremento de la matrícula universitaria de educación cada vez más alta.
Si esta hipótesis se cumple, entonces la contracción progresiva de la población escolar se acompañaría con una contracción progresiva de la oferta universitaria, y el equilibrio de un mercado en regresión no impactaría necesariamente en los salarios de los docentes. Nada detendría sin embargo su tendencia oligopólica.

¿Qué hacer? Para los actores que no tienen propuestas visibles, o para aquellos que no están en condiciones comunicacionales de presentarla a la nación, apoyar la medida en tanto se mantenga el vaucher dentro del Concejo de Rectores. Porque en educación, la consigna debiera ser "Todo con el Estado, nada fuera de él"

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