Siendo como esta es, una democracia aburguesada fruto de un consenso de clase impuesta verticalmente, con un alto contenido conservador, el decoro, la pudicia y la estética debieran tener un valor más alto del que parecen tener a vista de los últimos actos de sus administradores.
El ciudadano esperaría que los administradores de este consenso tuviesen un sentido más elevado no del bien común, o de la justicia, cuestiones todas ellas marginales al consenso, sino del significado del pudor. Porque la impudicia del acto es reprochable en sí mismo: aquellos que vendieron todo lo que había que vender en materia educativa, se levantan ahora -acusación constitucional incluida- como los adlateres de su defensa. Impúdico, Andrade, presidente del Partido Socialista, sentencia que no han matado al Ministro Beyer sino al lucro, intentando ocultar tras la lápida que fue el Presidente Lagos y su Ministro Bitar quienes entregaron a la banca el crédito universitario con un 6% de interés leonino. Y con aval del Estado.
Impúdica la candidata, que habiendo perseguido al movimiento estudiantil tras las marchas del año 2006 y que reclamaban educación pública, gratuita y de calidad, se levanta ahora como su defensora, horas antes de cursar a distancia y teledirigida, la acusación contra Beyer.
Impúdica la prensa concertacionista y sus voceros, que pretenden encerrar a la opinión pública en una lógica binaria y por tanto maniquea, según la cual se esta a favor de la educación pública gratuita y de calidad, o se esta en favor del Ministro Beyer. A un lado el bien manifiesto y virginal, femenino en último término y al frente el mal. En estado puro.
Impúdica la acción de una Cámara de Diputados, que no fue capaz de imponer esta lógica tan sensible cuando es al menos un hecho conocido e investigado el lucro en educan desde la publicación de "La privatización de las universidades: una historia de dinero, poder e influencias" de María Olivia Monckeberg, para no hablar de esfuerzos más antiguos como los del Observatorio de Políticas Educativas de la Universidad de Chile (opech).
La campaña presidencial ya tiene sus dos primeras víctimas: el pudor y la estética.
Esta estética de la bajeza que ha venido a imponer desde Nueva York la candidata nos depara un futuro de sorpresas desagradables, a no dudar que ella vendrá envuelta en este silencio de un Alzheimer que no le permite hablar de su pasado. Opondré a esta estética de la desmemoria y la bajeza, el recuerdo vivido de esos años en los que se instaló el sentido y funciones del lucro como parte de la impúdica democracia que nos ha tocado vivir hasta ahora.
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