Diseño del currículo, diseño de
la enseñanza
J. Gimeno Sacristán
“El currículum como ya vimos, se
ha contemplado como un instrumento que
permite trasladar efectivamente propósitos y principios a la práctica
(STENHOUSE, 1984). Son principios de muy diferente índole y ninguno admite
interpretaciones sencillas y unilaterales, por lo que tampoco pueden pretender guiar la práctica con seguridad
científico – técnica. Los principios a plasmar en la acción son supuestos…” Pág
267
Si la acción del verbo currículo admite algo
en la perspectiva crítica de Gimeno Sacristán, dándole actualidad aún después
de las reformas basadas en estándares, es la incertidumbre. La incertidumbre
como espacio de convención, de acuerdo de co construcción y de
indeterminabilidad. No se trata por cierto de un salto al vacío sino del acto
de “trasladar” desde el mundo de los deseos y los deberes ser, al mundo de lo
real-social-escolar, del ser.
Gimeno Sacristán dibuja apenas la transición
entre el deber ser cultural socialmente construido y el ser de la escuela,
comunitariamente desafiado. ¿Qué parte de estos textos olvidaron los Cox y los
Aylwin cuando nos dejaron caer el diseño de la reforma del año 1989 como un
ladrillo? Estaban ultimando los detalles de un pacto de clase conservadora, al
que solo seguiría el largo peso de la noche.
Veinte años después, el currículo está
determinado por una larga lista de pruebas estandarizadas cuya extensión es
equivalente al tamaño de nuestras propias desconfianzas.
Y pese a ello, Gimeno Sacristán sigue siendo
actual.
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