El discurso político chilensis se parece hoy por hoy a una nube. Sí, una nube. No importa a qué nube me refiera, cúmulo o cirro, cyber skycloud o skydrive cloud, una nube es una nube. Mucho ruido y pocas nueces, mucho vapor y poca sustancia, muchas palabras pocos conceptos, todo arriba. Manos arriba.
Así las cosas, veinticuatro horas antes de realizar el sagrado acto del sacrificio democrático de la fila (igual que en el super antes de pagar con tarjeta de crédito), la marca sobre la raya con lápiz grafito (como recordándonos la etapa escolar cuando se podían enmendar los errores con goma o miga de pan), la lengua sobre la estampilla (hace siglos que no envío una carta por correo con estampilla) y la pintura en el dedo (no, francamente no recuerdo la última vez que alguna pintura manchó mis dedos después de segundo medio cuando abandoné el sufrimiento de artes plásticas) debo tomar alguna posición.
Pero mi adn no me permite tomar una posición electoral simple. Para los gonzález todo es una cuestión de vida o muerte. Nos angustia pagar la cuenta en el banco, ni hablar de ver una vez al mes el estado de nuestra cuenta corriente en internet, ni qué decir si me piden que yo elija el helado en el super, nos paraliza hasta la catalepsia tener que visitar al médico y la muerte lenta y dolorosa del dentista. Así que para luchar contra nuestra parálisis emocional, los gonzález somos intensos. Somos violentamente decididos. No porque seamos valientes o porque tengamos las cosas claras sino porque somos angustiados y no carga. No lo toleramos así que para evitarlo arremetemos...con todo. Por eso parecemos decididos y valientes, pero en realidad somos catalépticos cobardes.
Así que obedeciendo la silenciosa orden de mi naturaleza, he decidido que lo mejor es declararme "alertadamente escéptico". O sea, me declaro inseguro, me autoproclamo suspendido e inválido, incrédulo hasta no verlo ante mis ojos y aun así dudaré de mis sentidos. Sí, lo reconozco, lo admito y lo doy por bello y por bueno: no hay una posición más burguesa que esta.
Porque seamos honestos, después de mañana, ¿qué viene? ¿alguien está en condiciones de saber con seguridad algo acerca del futuro? ¿alguien puede afirmar con un mínimo de certidumbre hacia dónde nos encaminaremos? Porque con franqueza, de lo único que estamos llenos, es de frágiles frases venidas del sentido común de la calle, pero de contenido real, nada de nada.
No es ni será fácil actuar como un escéptico verdadero. Sólo me viene ahora a la mente un maravilloso libro de cuentos cortos ("Apocrifos") de un escritor checo llamado Karel Čapek donde la verdad y la mentira se cruzan repetidamente construyendo un mundo curiosos en cada cuento. En uno de ellos, un Lázaro ya resucitado por su amigo Jesús, taciturno, apagado, ojeroso enfermizo y nervioso es increpado por su hermana Marta quien le pide viajar a Jerusalén para acompañar a Jesús en la cruz a la espera del milagro. Asustadizo Lázaro responde finalmente a Marta que no irá..."porque tiene miedo de morir de nuevo!"
Santiago, 16 de noviembre de 2013, a un día del acto
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