martes, 8 de julio de 2014 | |

¿Se enfría la inflexión?

En los albores de la campaña presidencial que por primera vez representaba un arco político tan amplio como heterogéneo, la efervescencia fue tan grande como desmedida y llevó a muchos cronistas profesionales a caracterizar a este como un período de inflexión, lo llamaron también "el nuevo ciclo", anunciando cual modernos juglares el lugar de la fiesta y el cambio.
 
Apenas cien días después de la instalación del gobierno, la Nueva Mayoría comienza a ahogarse en medio de sus diferencias: para quienes creyeron que la incombustión de su líder era suficiente blindaje para el programa, se viene abajo progresivamente el sueño de un nuevo pacto progresista.  Su primer error fue creer que la amenaza de la movilización era suficiente, su segundo error fue creer que había socios a su lado y a la izquierda como para correr todas las carreras; su tercer error desestimar al conservadurismo que se anida en el ADN de la antigua concertación, tan enraizada como convencida de las ventajas del sistema.
 
Mientras que las pataletas concertadas de la derecha del bloque gobiernista encuentran oportunas amistades fuera del pacto y con ensoñaciones de grandeza esperando un nuevo centro político cargándose hacia la derecha, las complicidades de la izquierda y la paciencia de 102 años del bloque comienzan a comerse el programa de a pedazos. Lo que ayer fuera amor, se va volviendo otro sentimiento.
 
Mientras tanto sucumbe la Reforma Educacional y la Reforma Tributaria deja de dar susto a la derecha empresarial, sinónimo de domesticación y costumbre de consenso. En el mismo sentido, las reformas de tipo valórica van ocupándose del gasto de los últimos esfuerzos previos a la sensación casi definitiva de estancamiento. Quizás si el signo silencioso de tal fenómeno es la reforma energética: deberemos festejar de nuevo, el signo carbonífero de Bachellet en medio del silencio de todo el mundo. Porque de eso ni hablar como diría la Presidenta.
 
Al otro lado de la vereda, el movimiento social se fracciona y refluja sin parar, agotado, exhausto por el dominio del voluntarismo sin inteligencia emocional ni sentido de los tiempos. Las tomas se diluyen entre el recuerdo de lo que fueron y la amenaza de lo que podrían llegar a ser si tuvieran fuerza y sentido. Como siempre, como ayer, el lumpen va recuperando el terreno perdido.
 
Se enfría pues la inflexión, se cierra (se aborta sería más apropiado) el nuevo ciclo. Los agoreros encontrarán las razones para explicarlo. Mientras tanto, mientras tanto hay Mundial de Fútbol.

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