La realidad es un continuo de experiencias que el cerebro
recibe a través de los sentidos -en principio- con la tarea de darles una comprensión total.
Así como la realidad es un fenómeno total no parcializable o empaquetable, el
cerebro tiene una primera tarea que es dar una explicación, un sentido total,
globalizante a la realidad. Los sentidos son la primera ayuda que el cerebro
tiene para realizar con éxito la tarea sin embargo no son suficientes.
La realidad es mucho más compleja que lo que los sentidos
podrían llegar a capturar para el cerebro.
La intuición, la memoria, la
imaginación son algunos de los sentidos extras con los que el cerebro cuenta
para realizar tamaña odisea.
Aunque la realidad sea un continuo de experiencias, el cerebro tiende a empaquetarlas para obtener futuras lecciones o incluso recursos para futuras misiones. Su organización fraccionada le permite además ahorrar esfuerzos recurriendo a las experiencias anteriores guardadas de modo discriminatorio: sólo se usan los recursos necesarios para entender la realidad análoga o distinta a la que se enfrenta todos los días. De algún modo el cerebro odia la novedad, pero la necesita para aprender. La novedad es necesaria para aprender.
Cuando el cerebro es capaz de dar un sentido explicativo
global totalizante a la realidad, surge la conciencia, que sería el conjunto de
acciones biológicas y químicas y más allá de su simple suma que el cerebro produce. La conciencia es
supra cerebro aunque se aloje en el cerebro. Ella sería la representación
del salto cualitativo en la interpretación de lo real, interpretando dando sentido a la experiencia, pero no necesariamente alojando el empaquetado que el cerebro realiza de ella. La conciencia actaliza aquellas experiencias previas o más antiguas alojadas en el cerebro para emprender las tareas que se desprenden de cada experiencia.
La conciencia cuenta entre los elementos que le dan vida, con un arsenal que los siquiatras llaman las tareas ejecutivas, es decir la capacidad de organizar el presente y el futuro; la posibilidad de otorgar distintas valoraciones a las diversas tareas que de la comprensión global de la realidad surgen; la posibilidad de organizar en el tiempo las tareas con categorías y jerarquías diferentes cada una de ellas.
La conciencia cuenta entre los elementos que le dan vida, con un arsenal que los siquiatras llaman las tareas ejecutivas, es decir la capacidad de organizar el presente y el futuro; la posibilidad de otorgar distintas valoraciones a las diversas tareas que de la comprensión global de la realidad surgen; la posibilidad de organizar en el tiempo las tareas con categorías y jerarquías diferentes cada una de ellas.
La conciencia posee un segundo valor: dado que es el momento
en que el cerebro cruza la función puramente cuantitativa y negando lo que ha
aprendido cruza hacia la ejecución de una comprensión cualitativa de los
fenómenos continuos de la realidad, la conciencia es capaz de hacer predecible
el futuro inmediato y articularlo coherentemente con el pasado.
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