Cuando aún no se cierran las polémicas comparaciones entre la asistencia del pueblo norteamericano al juramento del nuevo presidente de los Estados Unidos, y la soledad de ser el hombre más poderoso del mundo no termina de apaciguar el belicoso carácter del nuevo Presidente de los Estados Unidos -quien no ha parado de twittear en contra de la cobertura de prensa al acto de juramento- las noticias que de verdad importan, comienzan a mostrarse tímidamente.
Por de pronto hay tres que debieran llamar nuestra atención, particularmente en el sentido de sus proyecciones para los países que como el nuestro, siguen viviendo de la venta de sus commoditties con gobiernos corruptos. La primera noticia es el cierre del Acuerdo Trans Pacífico de Asociación Económica, un viejo anhelo de crear una gran zona abierta que venía desde la formación del Foro Asia Pacífico; La intención de repensar al menos los términos del Acuerdo de Libre Comercio con México y Canadá (NAFTA), que fuera el primer gran avance del libre comercio en territorio americano; y ahora el anuncio de debilitar el valor del dólar.
Ninguna de las tres tiene tanta sorpresa para quien haya seguido el discurso furibundo y nacionalista del actual presidente. Ninguna de las tres tiene mucho más que buscar en su interior, más allá de la simple intención de cerrar las fronteras americanas, haciendo más competitivo el tipo de cambio y forzando a la inversión interna que tras una posible recuperación de la demanda interna pudiera dar las primeras señales de recuperación del empleo, particularmente para las clases medias blancas empobrecidas del interior no siempre tan moderno ni tan urbanizado como las zonas costeras del país.
Sobre el cierre definitivo del esfuerzo por crear una zona de apertura comercial, la mas grande del mundo de haberse aprobado, hay dos cosas por pensar aún: ¿por qué dar ventajas a un país que como China, mantiene una agresiva política de guerra comercial y que intenta por todos los medios controlar o al menos desestabilizar el tipo de cambio norteamericano? Sobre esto es necesario reconocer que el ex presidente Obama ya había enfriado hacía tiempo el intento de formar la zona de libre comercio, cuestión que se fue haciendo más evidente conforme avanzaba el control de cada vez mayores partidas de deuda norteamericana en manos chinas y la cada vez más agresiva guerra cibernética que China ha venido desarrollando en los últimos diez años y cuyo punto culmine fue el ataque contra Sony, realizado a través de Corea del Norte. El segundo punto es que el "corrimiento de comercio" generado por las más ventajosas características de un país gobernado autocráticamente y sin mucha transparencia en materia de Derechos Humanos y en el que la gran ventaja es el carácter ultra elástico de su mano de obra, terminó por desplazar las inversiones productivas de capital norteamericano hacia ese país, y junto con ello, dio un golpe brutal a la industria norteamericana que en los años '80 fue la gran ganadora de la apertura China. Hoy, el comercio entre ambas potencias favorece por mucho al gigante amarillo que tiene una balanza comercial muy a su favor. La pregunta inicial se responde fácilmente, ¿por qué privilegiar y asociarse con una potencia enemiga que sólo gana poder e influencia económica tras los esfuerzos norteamericanos, que por otro lado no hace más que perder?
En este sentido, y más allá de que su conducta, su rostro, incluso el lamentoso tono de su voz que suena tan yanacona, nuestro Ministro de Relaciones Exteriores acierta en dar por cerrado el TPP (Trans Pacific Partnership por sus siglas en inglés) y cerrar filas con el aliado histórico. Hay una soterrada guerra en el mundo y el único país en el mundo capaz de desplegar porta aviones y fuerza militar de primer orden al mismo tiempo en todos los Océanos del mundo sigue siendo Estados Unidos. Es tan simple como eso.
Las siguientes dos medidas anunciadas inmediatamente asumido el nuevo Presidente son también muy obvias y muy coherentes con su popular discurso: un tipo de cambio alto, hace difícil a cualquier economía del mundo progresar y crear empleo, tanto como una moneda depreciada. No es la primera vez que Estados Unidos anuncia la depreciación de su moneda ni será la última. Y de hecho, ha estado intentando hacerlo en las últimas dos décadas, sólo que China no ha parado de comprar deuda americana, retirando con ello moneda del mercado internacional frenando su devaluación, todo en el marco de la guerra de cambio de la que ya hablamos en el párrafo anterior. Encerrado en un "puzzle chino", Trump espera que cerrando fronteras y creando empleo para recuperar la demanda interna, la devaluación devuelva competitividad a la economía norteamericana. Por eso su repugnante llamado a las compañías americanas a explicar por qué se han ido fuera de su país creando desempleo blanco y redneck, tiene tanto sentido. El dilema para el resto del mundo es que devaluar para hacerse más competitivo tiene un riesgo muy alto, pues si no se crean empleos y por consiguiente no aumentan los ingresos de manera constante y "natural", los riesgos de una inflación elevada y la aparición de burbujas agresivas es muy alto. En español sencillo, un dólar devaluado significa que hay más dinero dando vuelta, si no hay empleo real que justifique su gasto, haciendo que los precios se ajusten a lo real, entonces habrá un brote inflacionario y los precios subirán hasta las nubes devolviendo al electorado redneck, blanco, mal educado y del interior del país, las mismas malas condiciones -incluso peores- que le dieron el voto a Trump; lo segundo es aún mas peligroso, si el dinero devaluado no tiene un respaldo productivo real y en empleo real dentro de la economía productiva o real como se acostumbra a decir ahora, entonces los bancos norteamericanos estarán en apuros pues tendrán grandes sumas de dinero en sus bóvedas, y se verán "obligados" a prestar a cualquier costo, generando una nueva burbuja al estilo de las Subprimes de hace apenas un par de años.
Por último, la promesa de "revisar" el acuerdo de libre comercio con México y Canadá va en el mismo sentido. Los mexicanos han sido grandes ganadores del acuerdo, pues sumas importantes de dinero norteamericano se han ido a las ciudades fronterizas a producir a bajo precio lo que antes producían a altos precios en sus países de origen. Aunque la "maquila" no ha enriquecido al pueblo mexicano, ha producido desempleo entre la población blanca redneck, mal educada del centro de los Estados Unidos y ha provocado quiebras y corrimiento de comercio gracias a las prebendas otorgadas por el Tratado de Libre Comercio (NAFTA). Canadá, ha seguido en estos días la misma política de nuestro Canciller. Declaran en este sentido que las polémicas con México deben arreglarse con México cuando se trate de asuntos fronterizos, pero si de NAFTA (North America Free Trade Agreemente) se trata, tres son las patas de esa mesa. Se respira cierta ansiosa angustia entre los columnistas y se espera que la próxima reunión de Trump y Troudeau, se despejen dudas y deudas.
Dicen los que entienden que a las devaluaciones violentas preceden a la guerra. Por de pronto, el cobre comienza un alza conservadora que podría resultar aliviante a una economía tan mal administrada por este gobierno. Por delante el mundo no parece ser más seguro ni más predescible, aunque en esta mano no seremos los directos perdedores, como si lo serán otras economías del Pacífico más cercanas a China y al bloque independiente como Australia, Nueva Zelanda, Venezuela y otros.
Por ahora a esperar que un milagro nos de un gobierno más inteligente, aunque las señales por ahora no dan para ser muy optimistas.
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