Nunca nadie está ni a salvo de la obsolescencia ni de la muerte misma. Es la ley de la vida. Y aunque la mayoría de las personas creen que la vejez es casi un sinónimo obligdo de la experiencia, se equivoca por completo. Ni la vejez es sinónimo de sapiensia, ni la obsolescencia de desuso.
Así ocurre tanto con las personas como con las instituciones y las sociedades, así ocurre con un Chile cada vez más viejo y más decrépito: no sólo hemos perdido el dinamismo de una economía en desarrollo por nuestra dependencia casi absoluta de la venta de commodities, sino también se va tornando obsoleto nuestro mágico modelo de desarrollo.
El problema hasta ahora, es que las posibilidades de renovación es hasta aquí, y en lo que va de nuestro año electoral, casi igual a cero. Piñera no sólo es más de lo mismo, es lo mismo pero obsoleto; Guillier, es la obsolescencia misma ya no sólo de la izquierda, sino del modelo socialdemocrata en su expresión más banal; la izquierda extraparlamentaria, ni hablar.
No, envejecer no es sinónimo de sabiduría. No siempre.
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