martes, 30 de enero de 2018 | |

Las voces en el magren

Es un deporte muy nacional escribir desde el borde de las cosas, particularmente desde que el estado de las cosas es tan complejo como difuso. ¿Quién podría comentar o  siquiera posicionarse políticamente hablando, en un lugar en que todo está cambiando tan rápidamente? Desconcierta a veces la velocidad con que los actores disuelven las coordenadas que antes teníamos por sólidas. Esta costumbre nueva de deportar al infierno de las dudas permanentes estas certezas con que se construyó el Chile post dictadura hace difícil el camino de encontrar sus propias latitudes a uno mismo.  

Al principio creí que sería una cuestión puramente personal, que no le pasaba a la gente más inteligente que uno mismo; que esa era gente que tenía las cosas más claras; que actuaba sobre principios y costumbres que no cambiaría en estos días de ventolera sureña que se lleva a los gatos junto con los techos. Y para mi sorpresa no es tan así. De lo que concluyo que , o soy tan inteligente como la gente pública, o somos todos tan huevones como el que más y sin diferencia alguna.

Basta mirar las declaraciones de gente inteligente para darse cuenta de lo que digo. Dos personas que siempre se situaron en polos muy diversos, pero cuya inteligencia nadie pondría en duda, más allá de nuestras personales diferencias con cada uno de ellos. Vean el primero de ellos, el Ministro de Educación, quien de ser el adalid del neoliberalismo, ahora se convierte en el adalid de la Constitución. Él mismo nos recuerda en entrevista de esta semana que corre por sus venas sangre radical: la familia vuelve a dar pasaporte de corso, como siempre para los hombres poderosos. El mismo que antes declaraba,  "...hemos presenciado una cruenta defenestración hacia ministros que defendieron lo indefendible, personas inteligentes que estuvieron dispuestos a olvidarse de lo que sabían para apoyar políticas que un programa medieval los obligó a empujar..."(1) comentando la muerte del proyecto de la mina Dominga a favor de una insignificante colonia de pingüinos. Él mismo nuevo ministro declara en su Blog del Mercurio, "En educación y salud teníamos una oportunidad histórica de desarrollar una industria de servicios...En vez de confiarle nuestra salud y educación al ingenioso turco que todos llevamos dentro, volveremos a confiárselas al burócrata que llegará con los salvavidas cuando nadie los necesite."(2) refiriéndose al peligro de que el Estado actúe como proveedor mayoritario de un bien que para él no puede sino referirse al mercado y por tanto a las puras leyes de la oferta y la demanda como lo hace una botella de Coca Cola o de agua Mineral.  El hombre ha cambiado de opinión y para no parecer perdido en medio de tanto cambio, ha decidido refugiarse en la Constitución, "Los ministros el 11 de marzo juraremos defender y hacer cumplir la Constitución y la ley. Yo me propongo honrar ese juramento. "(3). 

Alguien diría que como hombre de Estado se debe a la Carta Constitucional, pero para mí eso es una perogrullada; otro dirá que debe situarse en los estrictos límites del programa presidencia, pero eso es para mí otra forma de encubrir el oportunismo. De cualquier modo, sus declaraciones no hacen sino refrendar mi idea inicial: o todos somos igual de estúpidos y nos cuesta situarnos en un presente líquido, viscoso y hasta algo asquerosillo, o la inteligencia superior de los "hombres de Estado" les permite entender y flexibilizar sus posiciones sin que por ello sea una claudicación o una forma de oportunismo.

Los ejemplos abundan. Observemos uno más complejo. Un hombre a todas luces inteligente y crítico, un hombre incluso valiente al que nadie en su sano juicio podría acusar de oportunista, pues sus posiciones de valor, le han significado grandes costos personales a sus intreses y a su figura pública. No obstante sus últimas declaraciones son confusas, al menos para mí. Hablo de Jorge Costadoat, Sacerdote Jesuita quien además de escribir una columna periódico en la Tercera, mantiene un Blogspot -por cierto mucho más interesante que este, donde publica para mi asombro personal, "Creo que la iglesia católica del futuro tendrá que escribirse con minúscula: iglesia y no Iglesia. En ella el eje horizontal debiera ser infinitamente más importante que el vertical. La iglesia horizontal existe. Es maravillosa. El problema es su invisibilidad. Hablo del cristiano común y corriente atento a su alrededor, pronto a ayudar a cualquiera. Me refiero a iniciativas privadas de beneficencia. " Algunas líneas más adelante y en el mismo texto, advierte a su lector, señalando que "¿Qué espacio tendrán los obispos y el Papa en la iglesia del futuro? No logro verlo con claridad. Es evidente que la iglesia necesita orientaciones, mando y organización. Pero la estructuración de la única iglesia que podría continuar transmitiendo a Cristo, pienso, no podrá seguir siendo verticalista y clerical." (4)

Don Jorge, con todo respeto, -que usted no vaya a leer este blog no me autoriza a ser irrespetuoso- por qué razón ya del todo no nos invita a hacernos  Cátaros. Después de todo el Langedoc no puede ser más difícil que el francés. ¿o es que usted también se encuentra perdido en el viscoso pantano de la realidad actual y no encuentra latitudes y longitudes definitivas par contarnos dónde está el Norte finalmente?

No puede ser que hombres tan inteligentes como los que menciono aquí, ejemplos notables, más allá de mis divergencias ideológicas, estén tan perdidos como yo. Me desconcierta porque yo nunca he considerado que mi inteligencia sobrepase al común de los mortales. Tendré que seguir incandole el diente a la filosofía, al modo en que un perro podría hacerlo.



(1)http://www.elmercurio.com/blogs/2017/09/02/53853/Realismo-con-renuncia.aspx
(2) http://www.elmercurio.com/blogs/2015/10/17/36123/Salud-y-educacion-El-turco-o-el-burocrata.aspx
(3) http://www.elmercurio.com/blogs/2018/01/30/57660/A-mis-lectores-con-carino.aspx
(4) http://jorgecostadoat.cl/wp/futuro-de-la-iglesia-chilena/

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