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El Proyecto
Educativo Institucional es en palabras del MINEDUC, el instrumento que permite
plasmar la propuesta educativa del establecimiento educacional, en término de
garantizar una buena trayectoria escolar para las y los estudiantes. Se
manifiesta en un documento público de planificación estratégica y es la
“expresión de las aspiraciones de la comunidad educativa que ayudan a esa
comunidad a imaginar y diseñar un futuro imaginado de manera colectiva” (Piie, 2014)
Declarativamente,
posee una importancia estratégica en la gestión escolar, pues incorpora un eje
identitario en el que cada comunidad educativa imagina, construye y, finalmente
suscribe a un conjunto de valores compartidos que orientan la visión del
establecimiento, su misión y perfiles. Ello ordena luego la construcción de los
objetivos estratégicos, el programa de acción y los procesos de seguimiento y
evaluación que promoverán su transformación “en un instrumento flexible de
planificación estratégica-situacional, que permita al equipo directivo orientar
a la institución escolar hacia el logro de sus fines.” (Lavín, 2000)
La importancia
estratégica de un PEI, es que posibilita a las comunidades educativas soñar con
un futuro posible que les permita adecuarse a los cambios que acontecerán,
respondiendo con éxito, e incluso anticipando, a las demandas que la sociedad
civil hará sobre ellas. Esa es la razón por la que un PEI debiera en primer
lugar ser revisitado constantemente y, en segundo lugar, representar coherente
y transparentemente a las propias demandas que su comunidad realiza. Un PEI
declarado, exitoso, es un PEI que vive la comunidad escolar entera. No hay otro
modo de hacer efectiva su potencialidad estratégica y anticipatoria.
Los desafíos
de un PEI estratégico construido de manera colectiva son, en primer lugar, dar
cuenta de las exigencias de una sociedad civil en cambio adaptativo a la
modernidad, y en segundo lugar, representar fielmente el marco legal que les
otorga la consideración de un documento público.
Sin embargo,
pareciera que no siempre un PEI es el resultado exitoso de esa acción; la
concentración y homogenización de la gran mayoría de los PEI en un número
reducido de variables, indican que ellos, no se materializan en una gran
diversidad de proyectos educativos (Villalobos,F. Salazar,C, 2014) El mayor peligro, es
que el ejercicio de construir el eje estratégico de desarrollo de una unidad educativa
transformándolo en un acto puramente declarativo y administrativo, puede terminar
generando un PEI declarado, y un PEI oculto que descansa más bien en las
concepciones particulares de cada miembro de la comunidad, poniendo en riesgo
la sobrevivencia de la unidad educativa y de su “proyecto”.
Cabría
entonces distinguir “entre el PEI como proceso de construcción colectiva
de una intencionalidad compartida por la comunidad; el PEI como documento
escrito el cual puede ser resultado de una construcción colectiva, o de un
asesor o asesores contratados para tal efecto; y el PEI documento como
instrumento normativo destinado a orientar la práctica cotidiana de las instituciones educativas” (Ávila Penagos, Rafael y CamargoAbello Marina
, 1999)
Aunque no existe suficiente evidencia
respecto de la forma en cómo se construyen participativamente los Proyectos
Educativos en las escuelas de nuestro país, sí existe evidencia sobre la
participación de las comunidades escolares, cuestión que permite deducir desde
allí, qué tan participativo y real puede llegar a ser un PEI. Y es que, aunque
existen iniciativas y mecanismos para fomentar la participación, “…algunas
investigaciones indican que dichas plataformas para la participación de la
comunidad, a veces, solo funcionan como una formalidad y que su impacto en las
organizaciones de los establecimientos puede ser limitado. La repercusión de
los diferentes consejos en los establecimientos depende de cómo se defina su
rol, de cómo estén involucrados en la práctica y en su capacidad para cumplir su
función.” (Santiago, P. Fiszbein, A. García
Jaramillo,S. Radinger, T., 2017)
A pesar de que “es preferible tener un PEI
original, aunque sea regular, que tener un PEI perfecto pero copiado” (Alvarado Oyarce, 2005 ) , y aunque no existe
suficiente evidencia bibliográfica, es posible intuir que los principales
problemas que enfrentan los equipos de gestión a la hora de construir un PEI,
son:
1º La presión de los sostenedores por contar
con Proyectos Educativos Institucionales lo menos comprometedores posibles
desde el punto de vista valórico y con los mayores énfasis posibles en
resultados estandarizados (“…los directores están presionados para alcanzar
resultados medibles por parte de sostenedores…” (Weinstein
J. Muñoz G. , 2012) ;
2º Las propias limitaciones técnicas de los
equipos de gestión y del equipo de profesores (“los directores de escuelas y
liceos han tenido prolongados períodos formativos, pero no han contado con una
orientación clara hacia las competencias necesarias para el ejercicio de la
función directiva” (Weinsten, J. Muñoz, G., 2012) ;
3º la propia valoración que los Equipos de
Gestión otorgan al PEI, muy por debajo de la valoración que entregan al PME;
4º Las dificultades de compatibilizar el
tiempo de los docentes y de los equipos directivos para efectuar reuniones de
trabajo con el objeto de construir un PEI participativo (“Sobre
las horas no lectivas el 65% de los encuestados pertenecientes a los establecimientos
municipales señala que efectivamente aumentaron. Respecto de su uso el 63%
señala que es destinado al trabajo técnico pedagógico individual y sólo el 34%
cree que es utilizado en el trabajo técnico pedagógico colaborativo” (CEDLE, 2017) ;
5ª Las limitaciones políticas a la
participación de las comunidades escolares, quienes a pesar de tener una
institucionalidad que se los permite, se ven restringidas en sus derechos y
limitadas a cuestiones más bien burocráticas;
6º El tipo de
instrumento con el que el MINEDUC promueve la construcción que no representa
procesos de acompañamiento, pero que descansa más bien en la función
fiscalizadora (“Las políticas de aseguramiento de la calidad…fomentan una
racionalidad instrumental en que se prioriza el logro de metas y el
cumplimiento de los procedimientos exigidos para una rendición de cuentas
satisfactoria. Ello deja entrar en tensión con criterios pedagógicos,
contextuales y éticos de los actores escolares. Los resultados muestran,
además, que las políticas no han logrado producir un modelo de apoyo efectivo,
que desarrolle capacidades internas y comunidades profesionales que generen
procesos de mejoramiento a largo plazo” (Falabella, 2014) ;
Aunque la autonomía e independencia de los
colegios está garantizada constitucionalmente y por la Ley General de
Educación, la homogeneidad de los Proyectos Institucionales pone en jaque tales
principios. A ello habrá que sumar las dificultades que una comunidad enfrenta
con sus propios grupos de interés y presión. De no revisitar y adaptar sus
PEI´s con un formato colaborativo y una mirada verdaderamente estratégica, los
riesgos serán siempre muy altos.
Bibliografía
Piie. (2014). Guìa Metodològica
para la construcción participativa del Proyecto Educativo Institucional .
Lavín, S. D. (2000). El
proyecto educativo institucional como herramienta de transformación de la
vida escolr . LOM - Piie.
Villalobos,F.
Salazar,C. (2014). Informe Proyectos Educativos en el sistema escolar
chileno: una aproximación a las libertades de enseñanza y elección.
Informes para la política educativa Nª2/Junio 2014 (UDP) .
Ávila Penagos, Rafael y
CamargoAbello Marina . (1999). La utopía de los PEI en el laberinto escolar.
Ediciones Antropos.
Santiago, P. Fiszbein,
A. García Jaramillo,S. Radinger, T. (2017). OCDE, Revisión de Recursos
Escolares Chile. Santiago, Chile: OCDE.
Alvarado Oyarce, O.
(2005 ). Gestión de proyectos educativos, Lineamientos metodológicos.
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Weinstein J. Muñoz G. .
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CEDLE. (2017). 5ª
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.
Falabella, A. O.
(2014). Sistema de aseguramiento de la calidad y procesos de mejoramiento:
una mirada desde la gestión educativa, Informe Ejecutivo . Santiago: CIDE
- UAH.
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