martes, 9 de abril de 2019 | |

Argentina surreal.

A veces, muchas veces, es difícil entender a los países. Porque los países son como las personas, tienen un carácter, una personalidad, tienen mañas y tienen virtudes, tienen defectos y rarezas. Alguien más letrado lo llamará la cultura nacional, o bien en una perspectiva más idealista, el alma nacional. Yo más bien creo que se trata de la personalidad de los países. Y como si de otro ser humano se tratase, se puede entonces decir que a veces es difícil entender a los países.

Lo digo sin sorna. Lo digo con un genuino e ingenuo interés. Declaro mi incomprensión porque quiero entender, de otro modo sería inútil, fútil declaración. Ya ahí está Argentina, dentro de los incomprensibles. Debiera decir corrigiendo lo anterior, dentro de las incomprensibles.

El lector, mucho más entendido que yo en las artes escénicas, particularmente si se trata del arte docto, sabrá que todos los teatros del mundo destinados a la reproducción en vivo de la música clásica, del ballet o de la ópera, cuentan con especificaciones técnicas, que con el paso del tiempo y la tecnología, han llegado a niveles de sofisticación exquisita. Instrumentos de medición del sonido, de su trayectoria, de su vibración y de su cualidad (color, volúmen, etcétera), permiten medir cuánto tarda el sonido de un violín, o de una trompeta si el lector prefiere, en llegar a cada sillón del teatro, cuántas veces rebota en las paredes del teatro, de que manera se absorve en los tejidos de los sillines del teatro, o cuantas veces se amplifica en la forma de los balcones del mismo, antes de llegar al oído humano.

El conjunto de esas mediciones, ha dado lugar a una escala de medición, de uno a diez, para calificar a los teatros del mundo y para construir teatros destinados a la reproducción del arte docto de la música, el ballet o la ópera. Para tener una asombrosa idea de la distancia cultural que nos separa más allá de los 5 mil metros de altura del macizo andino, el Teatro Colón de Buenos Aires califica con un 10, siendo el más perfecto teatro en el mundo para escuchar por ejemplo el Concierto para Orquesta de Bartok, o Don Giovanni de Mozart. Nuestro Teatro Municipal en cambio, no alcanza el 2. Notable considerando que el Colón fue construido en 1887 y restaurado en 2010, mientras que nuestro Municipal fue construido en 1857.

Hasta aquí la reseña cultural. Ahora lo incomprensible.

Argentina completa casi un 50% de inflación, un dólar absolutamente desencajado de la economía local, una tasa de pobreza que roza el 32% y un desempleo cercano al 25%. Sin embargo, los argentinos están construyendo un segundo Colón. Tal cual, se llama el proyecto Teatro Néstor Kirchner y será construido con las mismas características del Colón. Es decir, puntuará un diez. Mientras tanto, algo así como cien años atrás, pero en un esfuerzo notable y hermoso, la Universidad de Chile estaría reuniendo fondos para construir un nuevo Teatro para las artes doctas, esta vez, con especificaciones técnicas como para puntuar un diez.

¿Cómo es que un país como Argentina logra construir un segundo Colón? ¿Por qué razón se tarda tanto un país como Chile en construir su primer Colón?.

Ruego a Dios, que el nuevo teatro de la Chile se construya antes que su estadio.

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