¿No hay más pensamiento que la deconstrucción hoy por hoy? Me lo pregunto porque pareciera que de ello se desprende la acción política que uno observa, como si el agujero negro en el que nos tiene metido la banca rota ideológica de la izquierda no fuera más que ahondándose, como quien cava y cava sin encontrar más que tierra. Una especie de implosión improductiva del pensamiento que nos lleva como única alternativa posible a la deconstrucción sin-sentido.
La débil acción limitada a lo gremial, a la defensa salarial o a la simpleza máxima de la dignidad profesional, no reemplazará jamás el esfuerzo por politizar al máximo la discusión gremial. Es a esa falsa tensión que la deconstrucción ideológica, a la que se ha sometido por fuerza a los históricos relatos de la izquierda, nos ha sometido. Y su correlato inevitable es el debilitamiento de los actores sindical – profesionales, que sin tener un discurso reconstruido desde su propia historia, no son capaces de sumar con éxito para la defensa de los intereses populares.
En esa debilidad estructural es que la representación gremial de los maestros chilenos han caído, y su compleja situación sólo tiene una posibilidad: la construcción de un frente único por la salvación de la educación pública. Sí, un “Frente” al más viejo estilo.
Un “Frente” que sume trabajadores de todos los sectores de la educación, con la máxima capacidad de movilización y probada capacidad de reflexión. Un “Frente” que sume académicos e intelectuales, hombres y mujeres de renombre, actores, actrices, productores culturales, iglesias de todo tipo. Un “Frente” ciudadano abierto y horizontal que pueda hacer frente al sentido común sistémico.
Un “Frente Amplio de Defensa de la Educación Pública” cuyo sentido común sea la Inclusión y el reemplazo de una institucionalidad pública agotada desde adentro, decretada muerta por ella misma, un Frente que responda al llamado de lo que no existe pero que se necesita, y que no sea la manipulación del político viejo que responde como si fuera él la respuesta única de aquello que no existe.
Un Frente que sea capaz de interlocutar, de proponer y de procrear, de crear e instalar novedosas formas de tomarse el espacio público virtual, reinventando el alfabeto que hasta ahora ha sido monopolio de un grupo de privilegio.
Un Frente cuyo único deseo (evadiendo la palabra objetivo) sea el de volver a tener escuelas públicas. Donde el adjetivo es ese viejo relato de lo público en tanto espacio de encuentro de todas las heterogeneidades
La débil acción limitada a lo gremial, a la defensa salarial o a la simpleza máxima de la dignidad profesional, no reemplazará jamás el esfuerzo por politizar al máximo la discusión gremial. Es a esa falsa tensión que la deconstrucción ideológica, a la que se ha sometido por fuerza a los históricos relatos de la izquierda, nos ha sometido. Y su correlato inevitable es el debilitamiento de los actores sindical – profesionales, que sin tener un discurso reconstruido desde su propia historia, no son capaces de sumar con éxito para la defensa de los intereses populares.
En esa debilidad estructural es que la representación gremial de los maestros chilenos han caído, y su compleja situación sólo tiene una posibilidad: la construcción de un frente único por la salvación de la educación pública. Sí, un “Frente” al más viejo estilo.
Un “Frente” que sume trabajadores de todos los sectores de la educación, con la máxima capacidad de movilización y probada capacidad de reflexión. Un “Frente” que sume académicos e intelectuales, hombres y mujeres de renombre, actores, actrices, productores culturales, iglesias de todo tipo. Un “Frente” ciudadano abierto y horizontal que pueda hacer frente al sentido común sistémico.
Un “Frente Amplio de Defensa de la Educación Pública” cuyo sentido común sea la Inclusión y el reemplazo de una institucionalidad pública agotada desde adentro, decretada muerta por ella misma, un Frente que responda al llamado de lo que no existe pero que se necesita, y que no sea la manipulación del político viejo que responde como si fuera él la respuesta única de aquello que no existe.
Un Frente que sea capaz de interlocutar, de proponer y de procrear, de crear e instalar novedosas formas de tomarse el espacio público virtual, reinventando el alfabeto que hasta ahora ha sido monopolio de un grupo de privilegio.
Un Frente cuyo único deseo (evadiendo la palabra objetivo) sea el de volver a tener escuelas públicas. Donde el adjetivo es ese viejo relato de lo público en tanto espacio de encuentro de todas las heterogeneidades
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