1.
En mayo de 1968, jóvenes universitarios inician una revuelta en París en contra del régimen de Charles De Gaulle al que más tarde se suman obreros, profesionales y prácticamente todos los partidos de izquierda (con excepción del Partido Comunista Francés) como así también lo hicieron intelectuales progresistas de la V República francesa. Mientras los jóvenes dirigidos por Daniel Cohn Bendit levantaban los adoquines de las calles para buscar la arena de la playa, intelectuales de la talla de Jean Paul Sartre les arengaban subidos sobre un balde.
A diferencia de la mayoría de sus colegas, Bourdieu fue un crítico evaluador de la revuelta, a la que calificó como una falsa revolución que atemorizaba como una verdadera. Sus críticas al sistema de partidos políticos le valió el odio y la indignación de la izquierda francesa, pese a que paradójicamente, su libro “Los Herederos” era enarbolado por los estudiantes como prueba de las injusticias del sistema capitalista francés.
2.
La producción de Bourdieu representa una de las lecturas más modernas que desde la sociología francesa actualiza la teoría marxista. En “Las categorías del juicio profesoral”, el autor insiste en una de sus tesis más importantes: la escuela y particularmente los sistemas de calificación, construidos como representaciones implícitas de los maestros, no hacen sino reproducir la lucha de clases al interior de las escuelas a través de la imposición de las formas en que se organiza el pensamiento y la expresión de la clase dominante en los sistemas de calificación y ritos de paso.
Dialécticamente, los sistemas de evaluación escolares, transmutan las verdades sociales en verdades escolares, convirtiéndose en instrumentos estructurados que estructuran las prácticas docentes y que permiten la construcción de taxonomías que clasifican conforme a la misma lógica de reproducción social de las que son su producto.
La reproducción social del capital cultural en “Los Hrerederos”, estaría así garantizado por los sistemas de escolaridad y evaluación que marcan una relación directa entre posición de clase, capital cultural y calificación. Aún más, el propio ordenamiento curricular escolar, representaría el resultado del estado de la lucha de clases encargado de reproducir la condición de las clases y su posición en el aparato productivo. Las relaciones sociales al interior de la escuela, serían entonces dialécticamente equivalentes al estado de reproducción social. Otros heredaran el paraíso, aquellos cuyo capital cultural familiar sea decisivo a la hora del juicio estètico, social, cultural y hasta matemático.
3.
¿Tiene Bourdieu actualidad en el estado de la lucha de clases en Chile?
Es evidente que todos hacemos una primera concepción de la realidad y sus objetos desde representaciones implícitas como una forma de sobrevivir y producir economía para nuestro cerebro. Las concepciones implícitas –no declaradas ni enjuiciadas racionalmente- tienen una relación directa con el medio social, económico y cultural en que vivimos, crecemos y nos desarrollamos; en última instancia, en qué parte de la dicotomía social marxiana nos encontramos al momento de construir tales concepciones. En un sistema nacional de educación profundamente clasista como el chileno –clasificación de la OCDE- excluyente y atomizador, Bourdieu no puede ser más actual: actuamos como maestros, profundamente imbuidos de concepciones implícitas que son un reflejo de la lucha de clases. Nuestro gremio, de pertenencia pequeño burguesa (Encuesta Longitudinal Docente de la Escuela de Economía de la Universidad de Chile, 2005) construye percepciones implícitas que tienden a ser discriminatorias y clasistas, ante todo reproductoras relativas del estado de clases en que vivimos. No somos responsables de las relaciones productivas y sus consecuentes relaciones sociales de producción, pero formamos parte de uno de sus aparatos nacionales de reproducción.
4.
¿Cuánto del juicio profesoral pesa en el destino de un alumno? ¿Somos una fuerza de reproducción simbólica tan relevante en la reproducción del sistema? ¿Cuán relevante es en última instancia la labor docente en la promoción o la regresión de nuestros alumnos, en su “adaptación-liberación” del sistema? ¿Escribimos la herencia de los herederos, o más bien la recibimos con escasa posibilidad de transmutarla?
Considerando los resultados de la prueba de medición de calidad SIMCE, Pilar Romaguera, Alejandra Mizala y Patricio González (Economìa de la Educaciòn Centro de Economìa Aplicada Universidad de Chile), han establecido que un 28% de la diferencia de resultados es responsabilidad de la escuela (el así llamado “efecto escuela”) mientras que un 72% de variación se explica por las diferencias al interior mismo de la propia escuela. Un segundo tipo de diferencias se ha encontrado luego, al analizar los estudios por “tipo de escuela” en los segmentos de clase, aunque no existe aún bibliografía suficiente sobre el tema. Los estudios de Romaguera, Mizala y González demuestran que los resultados intra escuela sufren mayores variaciones que los inter escuelas, por lo que el camino de la resistencia se hace ligeramente más estrecho porque en la perpetuación de las relaciones de clase, el “efecto escuela” se lleva sólo un tercio de la responsabilidad.
En esos términos, uno no puede sino coincidir con el informe de OCDE 2003 sobre educación según el cual, las mayores diferencias entre países se encuentran fuertemente relacionadas con los niveles de distribución de la riqueza: mientras más fragmentada está la realidad social producto de la mala distribución de los ingresos, más diferenciado es el rendimiento escolar intra países. Hacia lo profundo, debiera uno asumir que no todo es responsabilidad de la escuela porque dos tercios de las variables de reproducción material y simbólica de la sociedad de clases propia del sistema capitalista, están fuera del aula y de la escuela.
El gran valor de Bourdieu en ese aspecto, es la demostración empírica que realiza en sus investigaciones y el campo de la investigación que abre con sus trabajos, enfocados hacia la responsabilidad de los docentes en la reproducción del sistema intra aula. Apostar por realizar cambios en la práctica docente, explicitar los juicios evaluativos y de paso, democratizar los medios de evaluación, incorporar a la comunidad en el esquema de un colegio abierto, hacer partícipe a las comunidades escolares extendidas de la construcción de su propio curriculum, establecer sistemas de presupuesto comunitario de control en las escuelas, transparentar el aula a través de sistemas de acompañamiento de los equipos de gestión y de las familias, son todos incentivos validos porque finalmente vale la pena apostar por el cambio en el aula. Vale la pena apostar por el tercio de los factores que reproducen el sistema e intentar un cambio.
Pero otra cosa es seguir sosteniendo que la escuela es un lugar tan importante que puede perpetuar o cambiar el sistema de clases; que la labor docente juega un rol clave en la perpetuación de un modelo clasista; que la reproducción material y simbólica de categorías de clase implícita puede marcar el destino de la sociedad. Son todas formas del mecanicismo pequeño burgués que enajenado de su propia condición de clase, prefiere mirar al lado y apuntar con el dedo al actor más débil. Representan ellas, ideas en las que la estructura misma de acumulación del capital, el estado y comprensión de las relaciones de producción, las imperfecciones y horrores del mercado, la apropiación acrítica de categorías epistemológicas del modelo globalizado y el estado natural de la propia lucha de clases, pasan desapercibidas, escondidas tras el juicio a los profesores.
El propio Bourdieu señala en “La Miseria del Mundo”: “No hay experiencia de la posición ocupada en el macrocosmos social que no esté determinada o, al menos no sea modificada, por el efecto directamente experimentado de las interacciones sociales dentro de esos microcosmos sociales: oficina, taller, pequeña empresa, vecindario y también familia extensa.”
Las sociedades son construidas por sujetos que nacen de las sociedades que construyen. La fortuna simbólica no tiene un origen exclusivo en la escuela ni se perpetúa exclusivamente en la escuela, insistir en el peso de las concepciones implícitas del docente fruto de su posición de clase como clave en la perpetuación del sistema, parece a estas alturas una ingenuidad culpable.
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