Así como los estándares entregan solidez y confiabilidad a los
resultados y permiten ex post, reorientar las políticas públicas destinadas al
área de la educación, el Marco de Evaluación constituye el continente donde se
alojan las variables generales del instrumento y su proceso. Esto quiere decir
en palabras simples, que el Marco indica la cancha que consensuadamente traza
los límites conceptuales en que se desarrolla el juego.
En este sentido, el Marco define un vocabulario general de categorías o
valores que una variable general puede adquirir. Su importancia radica precisamente en la
identificación y enumeración de esos valores, porque constituyen el vocabulario
universal en el que las comisiones y luego los tomadores de decisión hablarán
para entender qué se está midiendo, cómo se está midiendo, y finalmente, cómo se leen los resultados del instrumento.
Un Marco de Evaluación para un instrumento internacional de evaluación,
no puede sino ser el resultado de un largo proceso de discusión en el que cada
una de las comisiones nacionales, intenta validar sus referencias en
negociación con otros pares. Su resultado final es una mejora en el proceso de
evaluación que se torna así “universal” .
¿Qué componentes debiera tener mínimamente un Marco de Evaluación?
Al menos puedo identificar dos familias de componentes:
- Elementos
propios del Instrumento, que
incluyen las descripciones y decisiones que sobre los valores de cada
variable general se hacen, enriqueciendo al instrumento desde el consenso
educativo. Identifico entre estos:



- Elementos
de interpretación de resultados, que incluyen los aspectos formales de cuantificación y
distribución de los resultados. Considero entre estos:



Sobre los aportes que un sistema basado en un Marco de Evaluación
consensuado reporta no hay dudas:
Primero, permite disponer de un instrumental de alto nivel académico que
alimentará a posteriori buena parte de nuestras políticas públicas y academias
Segundo, constituye un lenguaje común, un rayado de cancha construido
democráticamente, que construye un sentido y valor de la medición. Responde
satisfactoriamente a la pregunta del para qué.
Tercero, identifica los valores específicos que las variables generales no
expresan a simple vista. Es decir me permite identificar qué variables, con qué
contenidos y cómo se debe evaluar. Permite responder al qué se está evaluando.
Cuarto, universaliza la lectura de lo que se evalúa permitiéndonos a todos
entender dónde estamos en el momento.
Desde el punto de vista crítico, tal y como planteara en clases, los
Marcos de Evaluación de las pruebas internacionales nos encaminan peligrosamente hacia la
homogenización curricular (y atención que el problema no tiene que
ver con medir que por cierto no tiene nada de malo). El problema tiene que ver
con la forma en cómo se deciden los cambios sobre el currículo, al que entiendo
de manera extendida como un conjunto de saberes (que incluyen los saberes
hacer, los saberes conocer y los saberes ser ) validados socialmente.
En una perspectiva más radical,
el currículo representaría un espacio muy importante en la lucha entre la
sociedad política y la sociedad civil. En esta forma entendida, el currículo
toma un valor gramciano nuevo (o viejo) que lo valora como una institución de
"reproducción" abierta a las formas, procedimientos y técnicas
de “dominio y liberación”, de “conservación y progreso”.
El domicilio ideológico
desde donde arranquen esos cambios que homogenizan el curriculum globalmente no
es inocuo y el Marco de Evaluación, arranca desde una declaración explícita, al
menos en PISA, cuya dirección no todos compartimos y que sin embargo se nos
impone, globalmente.
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