“...cada ideología intenta convertir a los demás a su propia manera de ver el mundo al afirmar que su perspectiva educacional es la única manera adecuada natural y aceptable de entender la educación.” Pág. 7
Toda propuesta curricular e incluso toda aproximación al currículum está alimentada y orientada por una visión comprensiva de las cosas, por una visión de mundo compartida sobre cómo éste debiera ser organizado, a lo que llamamos “ideología”, formas de articular en último término las creencias que subyacen en la conducta. Schiro explica esquemáticamente que cada uno de los representantes de las visiones ideológicas del curriculum (“académica”; “eficiencia social”; “centrada en el alumno” y “reconstrucción social”) buscan posicionarse en la cultura de tal manera que se le permita el mayor control posible sobre las demás ideologías, controlando, en nuestro caso el sistema educacional, tras la afirmación de que su manera de ver el mundo es la única adecuada y aceptable para entender la educación y orientar de tal forma el currículum, entendido en este marco como los sistemas de creencias relacionados con la educación.
El resultado evidente, nos advierte Schiro, es la presión sobre todos los actores del sistema escolar, que se ven sometidos a una guerra ideológica y tironeados a la obligación de tomar partidos. Algunas culturas han encontrado los mecanismos para que una ideología dominante se instale sin contrapeso sobre la cultura y otras han encontrado los mecanismos como para que las diversas ideologías del curriculum dialoguen entre sí.
Los rangos ideales de categorización de las prácticas curriculares suponen al mismo tiempo un número importante de rasgos comunes y diferenciadores y ayudan a categorizar las prácticas educativas de los maestros americanos en alguno de los modelos ideales. Ciertamente ello representa siempre una reproducción algo mecánica de la realidad, pero ayuda a construir una representación de las tensiones que los docentes viven a diario en sus colegios.
La visión del Chile actual no difiere sustantivamente en de la categorización ideológica que Schiro hace. Hemos pasado en menos de treinta años desde una ideología de la eficiencia social, a una centrada en el alumno, para naufragar más tarde en un modelo basado en la ideología de la reconstrucción social y reorientar en el último gobierno el currículum hacia la eficiencia social. En medio de los conflictos ideológicos a los que se ha sometido al sistema escolar, ninguna de ellas ha logrado revertir con éxito la caracterización que la OCDE nos entregara hace más de diez años: la educación chilena es clasista, es fragmentadora y es discriminadora.
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