“...se debe referir a la escuela como a un todo. Estamos tratando con la creación de una cultura...El desarrollo que buscamos es una ampliación de mente...” Pág 3
No parece haber cambios significativos en la escuela que esperamos construir algún día, si las propuestas de reforma no abordan a la escuela como un todo, con un criterio ecológico. Si la mirada que fracciona los sistemas e intenta intervenir en ellos como mecanismos estanco sigue siendo la filosofía con la que se construyen nuestras políticas públicas, ellas seguirán estando condenadas al fracaso.
El autor apunta en este sentido cuando nos recuerda que las tareas que el liderazgo en el currículum de la escuela deben apuntar hacia cinco dimensiones interrelacionadas: primero, el curriculum debe enfocarse en la tarea de construir “proyectos de vida sustentables”; segundo, debe colaborar en la tarea de construir comunidades profesionales de aprendizaje; tercero, encabezar un proceso de deliberación acerca del currículum; cuarto, rediseñar las estructuras organizacionales para que ellas apoyen el desarrollo profesional transformando a la escuela en una comunidad de convenios; y quinto, las transformaciones en la escuela deben estar blindadas por diálogos significativos al interior de la comunidad.
Me parece que estas propuestas apuntan a convertir a la escuela en una comunidad sustentable, capaz de anticipar los desafíos y riesgos al modo en que una comunidad viva lo hace en la naturaleza; en base a la cooperación, más que a la competencia; en base a la innovación colectiva sustentable más que a las propuestas parciales y desligadas; en base a la anticipación más que a la reacción.
Liderar democráticamente desde el currículum significa abrirlo como un escenario de debate y acuerdos profundos y reales al interior de la comunidad.
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