jueves, 26 de septiembre de 2013 | |

El alma al cuerpo

Ayer el alma ha vuelto al cuerpo. Visité una escuela maravillosa y adelantada en el tiempo, como si mi viaje hubiese ocurrido no en el espacio que habito entre Santiago y San Felipe, sino en el tiempo transcurrido entre el hoy y el mañana, entre el hoy que se debate en un esfuerzo resistente a morir en lo analogico de su condicion y el mañana que sigue pariendo las escuelas el futuro.

Una maravillosa escuela, pequeña sin aspavientos ni pretensiones, excepto la de hacer bien aquello para lo cual creamos las escuelas: enseñar bien lo que se tiene que aprender para vivir en el tiempo futuro de adolescentes que mañana serán adultos en un mundo que apenas si podemos soñar. Una maravillosa escuela que ha debido sortear  la resistencia y hasta el oprobio de quienes se resisten al cambio, la misma odiosidad venida mas del temor irracional que de la justa critica que debió sufrir J.Heargreaves cuando en 1764 invento a Jenny en Stanhill.

Igual que todos quienes miran hacia adelante, esta escuela tomó la decisión de abandonar el lápiz y el papel de manera gradual e inteligente en dos de sus grados escolares; acompañando a sus maestros en un proceso gradual y delicado de acompañamiento y mejora; pidiendo a sus padres y apoderados comprensión y paciencia; abandonando la insana preocupación por los estándares de medición externa; evaluando el proceso en tanto tal y no como resultado final; buscando los lugares para construir una comunidad de habla y aprendizaje profesional tal y como la describe la bibliografía moderna sobre.educación; comenzando a definir y a entender el curriculum como un lugar para hablar, para negociar y tomar decisiones sobre lo que se debe aprender y sobre como debe enseñarse, mas que como un dictado de la autoridad suprema que fija un marco restringido y restrictivo. Esta escuela decidió  pensar en una pregunta que todos desdeñamos porque parece venir desde algún lugar muy lejano: ¿para que educamos?.

El dialogo entre ellos, Luis y yo fluyó con naturalidad y sin temor. Nos enseñaron sus grandes aciertos, nos mostraron las tumbas de sus errores, nos presentaron a sus héroes y nos dieron una pista gigantesca sobre la pregunta esencial que una escuela se hace cuando introduce de manera tan radical el uso de las TIC's: estamos -nos dijeron- tratando de hacer transferencias tecnológicas. En un sentido  hacia quienes son nativos digitales, y en el sentido opuesto de la flecha, a quienes son inmigrantes digitales. A los primeros, estamos intentando convencerlos de que TIC 's es mas que entretención y gráfica  divertida; a los segundos, que después de esto no hay marcha atrás.

Nos despedimos felices por haber conocido gente que esta en la educación como esta, anónima y gigante, moderna e innovadora, sin control de institución de ninguna especie que no sea la escuela misma. Me despedí pensando en que mi intuición acerca de que no habrá cambios grandes en Chile es correcta? Me despedí habiendo confirmado mi intuición de que si no es la escuela la que produce los cambios nadie lo hará por ella. Me despedí con un arsenal de buenas ideas para mi propia escuela y plan de innovación TIC's. Me despedí con la promesa de realizar en abril una primera mesa de trabajo con otras escuelas de manera totalmente horizontal  para aprender, para adaptar y compartir ideas. Me despedí como se viene uno después de haber pasado un susto por años, creyendo que no había  salida o habiendo únicamente intuido alguna, con el alma de vuelta en el cuerpo.




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