sábado, 20 de julio de 2019 | |

Son veinte para las doce (I)

En los últimos cuarenta años de existencia de la sociedad occidental, los sociólogos, antropólogos y economistas entre otros, han estado de acuerdo en el nada delicado transcurso de nuestro mundo, desde una sociedad industrial, a una sociedad de la información, y finalmente a una sociedad del conocimiento. Y eso, en la escalofriante suma de tan solo cuarenta años.

Antes que preocuparnos por las caracterizaciones propias de cada era, quisiera recordar al lector que abandonar la caracterización de una sociedad industrial, tomó más o menos cinco años. Es decir, en menos de cinco años, trescientos cuarenta años de historia impulsada primero por el vapor, luego, en una segunda revolución cien años después,  por la electricidad, y más tarde por el diessel y el motor a explosión, fueron borradas del léxico usual para caracterizar a nuestro mundo.

En 1750, el vapor abría paso al segundo gran cambio de era desde el año 8.000 a.C, año en que aparece definitivamente la agricultura, para dar lugar al mundo de las máquinas y las industrias. Esto quiere decir que entre la primera y la segunda gran revolución productiva, debieron transcurrir 9.750 (nueve mil setecientos cincuenta) años. En 1981, se define el protocolo TCP/IP que permitió la aparición de las primeras formas de internet, lo que significó que entre la tercera (electricidad diessel y química) y la cuarta revolución productiva, sólo pasaron 131 años.

Entre 1981, fecha del nacimiento del TCP/IP y 1986, ya había en el mundo 1.000 computadoras conectadas; en 1987, 10.000; en 1989, 100.000; en 1992, un millón de computadores alrededor del mundo estaban conectadas. En 2017 había  8.400 millones de dispositivos conectados a internet, y las cifras hoy hablan de cerca de 22.000 millones de dispositivos conectados a la red, computadoras, tablets, o celulares.

Para cuando el millón de personas conectadas fue ampliamente superadas, la red comenzó a ser vista como una inmensa oportunidad de negocios. Compañías pequeñas como google y yahoo, empresas de correo como hotmail, periódicos y sistemas de intercambio estilo P2P, comenzaron a abrir las conexiones como posibilidades de negocios. La fiebre alcanzó a los pequeños, medianos y grandes inversionistas que desataron la primera fiebre especulativa sobre la red. En marzo del año 2000, estalló la primera burbuja especulativa en wall street, relacionada con el mundo virtual: la "Burbuja.com".

Para ese año, la idea de Manuel Castells de que habitábamos una sociedad en la que el número, masividad e interconexión de la información disponible sobrepasaba con creces a toda la información acumulada a lo largo de la historia, se hizo real. El número de sitios web se destapó, multiplicándose cada año. La información, había bajado a tal nivel su precio, que se encontraba en todas partes al mismo tiempo, sólo era cuestión de saber encontrarla. Supongo que ese año, el 2000, sería un buen momento para decir que la era de la información había comenzado y que concluía entonces la era industrializada. El valor había pasado desde la producción de bienes manufacturados industrialmente, a la información producida, acumulada y distribuida digitalmente. Al terminar el año 2018, existían 1.240 millones de sitios web en el mundo.

La acumulación del cambio no se hizo esperar y sobrevino la evolución cualitativa con IoT, sigla que en inglés significa "Internet of Things", en español, el internet de las cosas. Devino la sociedad de la información, fruto de la masificación de los dispositivos con los que la sociedad civil se dispone a conectarse, en una sociedad del conocimiento, cuando la información acumulada comenzó a re utilizarse con fines específicos, no siempre científicos.

El Internet de las cosas, los motores de búsqueda, los reconocimientos faciales en los aeropuertos, son sólo la punta del iceberg de una sociedad del conocimiento, cuyo pináculo aún estamos por ver. Como muestra un botón: si un científico chileno escribiera un "paper" a una prestigiosa revista norteamericana o europea de ciencias, un motor de búsqueda de Inteligencia Artificial, premunido de un número enorme de algoritmos, valoraría su originalidad, su importancia y su valor científico; si el paper pasa la prueba de ese editor digital, el mismo motor se encargaría de ponerlo en contacto con ciento de científicos en todo el mundo que trabajan el mismo tem o temas cercanos, enviándole sus mails.

La cuarta revolución productiva, que había comenzado en el año 2000 apenas, comenzó su reemplazo once años después de anunciada. La robotización y los avances en Inteligencia Artificial pusieron el énfasis ya no en la información sino en el conocimiento. Para hacerlo más simple, la riqueza dejó de estar en el subsuelo chileno a partir del año 2011 y comenzó a situarse cada vez más en la cabeza de algunos chilenos. Había comenzado once años después la quinta revolución productiva que daría lugar al pseudónimo de "La Sociedad del Conocimiento".

Este no es el momento para hablar de las consecuencias humanas que este proceso ha tenido, sino para dar cuenta de su velocidad creciente. Así, cerremos concluyendo que entre el año 8.000 a.C y 1750, transcurrieron 9.750 años, y que entre la tercera y la cuarta revolución, sólo pasaron 113 años, mientras que entre la cuarta y la quinta revolución, la escalofriante suma de apenas once años. 

Más, si usted es de los que cree que lo ha visto todo, permítame decirle que son apenas veinte para las doce.  

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